[Abierto] Midnight

Uno, dos, tres chasquidos. Consecutivos y con treinta segundos de separación. El primero fue ocasionado cuando una clienta se acercó a pedirle una bebida, puesto que no tenía ganas de empezar a trabajar tan temprano. Ni siquiera era la medianoche, faltaban pocos minutos y ya querían comenzar a beber. Por lo general, el tiempo en el cual las bebidas comenzaban a inundar las tráqueas de las personas que iban era de una a dos, y ahí comenzaba el desmadre donde Dongho se llenaba los bolsillos de dinero. El segundo chasquido fue ocasionado cuando susodicha mujer se tomó el tiempo del mundo para pensar en qué era lo que podía pedir, puesto que nunca antes había tomado nada y, al parecer, el decir "deme lo mejor que tenga o que sepa hacer" eran palabras muy difíciles de pronunciar. Y encima, para empeorar la situación y el mal humor y cansancio del menor, la muchacha no fue quien escogió lo que bebería, sino un atrevido hombre que se sentó a su lado. "Como en las malditas películas", pensó yendo a buscar lo que habían ordenado. Vodka con tintes de limón, algo fuerte que con aquel cítrico lograba ser suavizado de manera considerable. El último chasquido, no obstante, fue ocasionado cuando la muchacha arrojó su celular del otro lado de la barra, cayendo cerca de donde Dongho estaba y deshaciéndose. La tapa que guardaba la batería en el interior salió disparada para un lado y el chip para el otro. Como si el mundo hubiese decidido empeorarlo todo, uno de los muchachos que le ayudaba a atender pisó el objeto sin querer y apenas llegó a sus pies... Todo directamente coordinado para que la muchacha comenzara a gritar con todas sus fuerzas.

Estuvo aproximadamente veinte minutos gritando lo cuidadoso que uno debía ser, que los clientes debían atenderse de la mejor manera y otros "blabla" que Dongho no llegó a escuchar. Y es que su cerebro tenía una habilidad bastante genial, y era desactivarse cuando había cosas que no quería oír. Durante unos momentos, vagó en un estado de ebriedad, pese a no haber tomado nada, y de esa manera se alejó de donde la chica estaba para tomar las piezas y devolvérselas. De esa manera, dejó de protestar, como un niño cuando se le rompe una paleta y le das una nueva... solo que ninguno pagaría por el descuido y torpeza de aquella mujer.

- Vaya histérica... -Susurró cuando ésta hubo abandonado el lugar para encaminarse en otra dirección junto con el hombre, seguramente para darse un acostón o algo similar.

Se llevó las manos a los cabellos y enredó los dedos en los mismos, ejerciendo presión para que la molestia que le inundaba se fuera.. como si fuese posible. El tipo de personas que iban al lugar siempre le causaban rechazo y una que otra reacción violenta, y no había día en el que no pelease con nadie, pues sus actitudes arrogantes dejaban mucho que desear. Y si a ésto se le añadía la especial manera de ser que tenía el menor, entonces no era muy aconsejable.

Las horas le pasaban de manera tan pesada que hasta en su cabeza sentía una pequeña presión, generando una pequeña molestia en sus sienes que no era ni un dolor de cabeza ni el estado tranquilo y sereno que tendía a ser usualmente su circulación.

¿Sería el estrés? Frunció levemente sus labios, acomodándose la pequeña bandita blanca y pulcra sobre su nariz, deseando ocultar la cicatriz que marcaba su rostro como un recuerdo que cada día al verse en el espejo le hacía volver al momento en que aquello fue hecho y le marco de por vida.

Movió levemente la cabeza, agitándola como si negara al hacerlo. Tenía sed, pero no de agua o sed normal. No. Sed de licor, sed de saciar sus pasiones y sus manías. Entro a ese lugar aun cuando se sentía renuente de hacerlo, paseándose antes de ir hacia la barra donde una mujer estaba siendo seducida por un hombre que a su ver era un cualquiera… y ella… ella era una histérica.
Rio levemente cuando ella lanzo su celular, acercándose a la barra una vez que la improvisada pareja se retiraba del lugar y dejaban un poco de paz con su ausencia. Se sentó en la barra, mirando al chico que atendía la misma. Sonrió de lado y recargo sus brazos sin dejar de ver al chico en silencio, contemplándolo un poco, notando que parecía sufrir del mismo mal que él. Esa molestia que no era demasiada como para quejarse pero si para causar un mal humor de los mil demonios en la persona que lo sufría.

¿Dolor de cabeza? Estoy igual. ¿Me recomiendas algo para eso? -dijo con voz tranquila, apoyando su cabeza en la palma de su mano izquierda, observando con algo de cansancio en su mirada al otro hombre que atendía el lugar. Le dio un rápido y discreto vistazo, solamente para darse una idea de como era o quien era. No le resultaba familiar así que sin duda estaba fuera de sus zonas, era alguien “limpio”. Cerró los ojos unos momentos, con ese pequeño dolor aumentando y fastidiándole aun más de lo que ya estaba. Había tenido un día terriblemente ocupado, lleno de personas quejándose, gritando o siendo unos completos imbéciles. Ser un japonés de “baja estatura” a comparación del resto de la población del lugar, parecía darles cierto sentimiento a los demás para querer ser unos imbéciles con él.
De nuevo sus parpados se abrieron, gruñendo levemente ante su propia molestia, de nuevo entreteniéndose al observar lo que hacía el barman.

Cuando oyó que le dirigían la palabra, comenzó a levantar muy lentamente la cabeza. No es que Dongho tuviese ganas de pelear exactamente, sino que su carácter (y más la suerte que en esos momentos parecía tener) le llevaba a constantes riñas, al menos en lo que iba de la noche. Dejó escapar un pequeño suspiro mientras sus pupilas detectaban el rostro ajeno, comenzando una inspección física que hacía siempre. Se daba cuenta de un solo vistazo y gracias a la forma de sus ojos que era japonés. No es que tuviese una capacidad sobre desarrollada o que leyera mentes, sino que para un chino como él era bastante fácil distinguir. Primero que nada, porque desde que se había mudado a Corea con su padre le llamaban la atención los rasgos que los nacidos allí tenían, el color de su piel, la forma de sus ojos, etc. Otro factor por el que podía darse cuenta era la manera de hablar, que tenía un acento que desconocía, y ciertamente no era para nada coreano. Además, su corte de cabello y peinado le sugería uno de esos típicos cantantes japoneses que podían verse por la televisión y que las adolescentes tanto aclamaban en todos lados.

Mientras buscaba un vaso para poder servirle el whisky que solían pedir casi siempre (pues no tenía nada para el dolor de cabeza exactamente y se sabía), echó una última ojeada a la bandita que éste llevaba en la nariz. Le llamó poderosamente la atención, pues la gente no iba por ahí cubriendo lo que pensaba era su defecto de una manera tan evidente. Pero sea cual sea la razón para no mostrar tal zona, no le quedaba mal para nada. Al contrario: resaltaba sus rasgados ojos y hacía que uno se concentrara en éstos luego de toparse con el pedazo de tela.

Tomó la botella y volcó un poco de su contenido en el shot de vidrio que había tomado de la repiza, muy pulcramente limpia y ordenada, pues ahí eran detallados en casi todo y las mañanas las utilizaban para poder dejar todo impecable y bien presentable. Esperaba que la noche terminara pronto, pues el dolor de cabeza se hacía cada vez más intenso y para colmo no tenía una de sus típicas pastillas a mano para poder apartarlo por completo de su mente y concentrarse como era debido en el trabajo. Con el dedo índice deslizó el vaso hasta donde el otro estaba.

- Que te sea leve. -Pronunció entonces, un poco cortante como era por lo general con el resto de las personas, y se refería al hecho de tomar ese tipo de bebidas y más teniendo un dolor de cabeza presente. No esperaba que el contrario estuviese acostumbrado a ese tipo de cosas, aunque por su aspecto daba la impresión de tener una relación realmente buena con el alcohol.

Le gustaban los movimientos que hacía el otro chico. Comenzó a recorrer los brazos, las manos, notando como se movía con cierto ritmo. ¿Era intencional o ya era parte de una costumbre que estaba integrada a la rutina de sus días y sus noches? Sonrió levemente de lado, perdiéndose en aquella hipnótica danza que el joven realizaba con sus movimientos naturales a través de la barra.
Sus ojos recorrieron las repisas, la cristalería que soltaba brillos y destellos ante las luces del lugar, originando montones de pequeñas y hermosas estrellas artificiales para admirar en la sintética ciudad. Nuevamente concentro su mirada en el rostro armonioso del hombre que lo atendía y su mente se fue a descansar unos momentos antes de procesar las facciones pese al pequeño dolor que una lo aquejaba y no le permitía disfrutar de la “buena vista” que estaba al frente. Sus ojos levemente caídos y rasgados, su rostro que parecía ovalado a simple vista y terminaba en una forma rectangular que era su barbilla, dándole un toque masculino sin que perdiera la belleza del resto de su rostro. Le fue inevitable ensanchar un poco más su sonrisa. Posiblemente era de procedencia china. Sus ojos, su mirada lo delataban, como posiblemente a él sus ojos y su terrible acento hacían evidente su lugar de origen, lugar al cual ya no tenía derecho a regresar… y no era como si le importara.

Salió de su pequeño trance cuando el chico volteo hacia él para entregarle la bebida, perdiendo su sonrisa y volviendo a su habitual seriedad, tomando entre sus largos y fuertes dedos el vaso, observando el liquido, acercándolo a sus labios, deteniéndolo unos segundos, como percibiendo el aroma, entrecerrando relajadamente sus ojos ante el aroma del alcohol – muchas gracias – murmuró antes de darle un trago, disfrutando tanto aquel simple trago… sonrió levemente otra vez, viendo fijamente al hombre ante él –¿Cómo te llamas? – pregunto con voz ronca, grave pero tranquila, posiblemente a causa de los efectos que el simple aroma del licor causaba en él; el como era relajado por saber de antemano que consumiría algo de su agrado…

Asintió ante lo dicho. Se había sorprendido un poco, pues no todos allí agradecían cuando uno le servía, pero era agradable ver que al menos algunas personas aún mantenían la caballerosidad. Ladeó el rostro cuando sintió que uno de los mozos se acercaba a él y le preguntaba unas cuantas cosas, por lo que se apresuró a responderle, señalando algunas de las mesas que había en el lugar y así poder indicarle dónde debía dirigir qué cosa. En cuanto se fue, pudo oír a la perfección la pregunta del contrario, y pese a que no respondía ese tipo de cosas a las buenas, esta vez fue la excepción.

- Me llamo Shin Dongho -le informó al contrario, apoyando las manos en la barra mientras le observaba con curiosidad. Su reacción al beber del alcohol no fue como esperaba. Sinceramente, había aguardado a que fuese un poco fuerte para él y su expresión cambiase a una de incomodidad, pero no fue así.- Veo que tiene experiencia -Comentó refiriéndose claramente al hecho de beber como si nada algo tan fuerte como lo era el whisky.

Pese a ser un joven que trabajaba en un antro como ese, realmente no bebía ni tampoco tenía un gran aguante con el alcohol que digamos. Era fácil emborracharle, pues nunca había sentido placer hacia el hecho de tomar cerveza, vino ni mucho menos las bebidas más fuertes que llevaban alcohol, lo que le hacía alguien carente de experiencia en ese tipo de cosas. Pero no trabajaba allí porque le interesara todo lo relacionado con la bebida, los tipos de alcohol diferentes que pudiese haber y los grados de alcoholemia que la gente podía experimentar. Mucho menos porque le interesara ver gente cometiendo el acto sexual a unos cuántos metros como si nadie les estuviese mirando o se dieran cuenta... sino por necesidad. La necesidad de ayudar a su padre y ayudarse él mismo en sus estudios, para que así su progenitor no tuviese que estar pagándole todo. Ya era adulto -o al menos así se consideraba él teniendo ya 18 años de edad- y tenía que aprender a valerse por sí mismo poco a poco, su padre no estaría siempre a su lado para ayudarle ni mucho menos.

No era alguien que preguntase a las personas cómo se llamaban a menos que éstas realmente estuviesen dispuestas a decirlo, por lo que esperó pacientemente a que el contrario le devolviese la información y supiera como se llamaba. Claramente, esperaba que un nombre totalmente japonés escapara de sus labios.

Sonrió levemente al tener al joven cerca de si, al fin pudiendo apreciar las facciones de éste al tenerlo tan cerca, posando sus ojos en los del otro en completo silencio a la vez que volvía a consumir un trago más de aquella bebida tan deliciosa y que calentaba su garganta, permitiéndole relajarse cada vez más y más mientras se perdía unos momentos en la mirada del joven que sin duda alguna era de ascendencia china. Sonrió levemente sin dejar de perderse en aquella mirada, encontrando confort en aquella acción tan sencilla y aparentemente insignificante entre los dos.

No le importaba si les miraban raro o si él parecía un raro al estar contemplando de aquella manera al joven barman. Al tenerlo tan cerca, se dio cuenta de lo joven que era, de que era un niño a comparación suya y que posiblemente, ni siquiera debería andar trabajando ahí, pero no iba a juzgarlo, pues él más que nadie carecía del derecho para decir algo. Sus trabajos anteriores habían sido deshonrosos…

Me llamo Akira… Akira “Reita” Suzuki – le dijo con calma al chico que estaba frente suyo, permaneciendo tranquilo e impasible a la vez que terminaba su trago y relamía sus labios lentamente, disfrutando el sabor que se desvanecía en su boca lentamente - ¿me sirves más, por favor…? –dijo con voz tranquila y cortés, mostrándole el vaso al barman, manteniendo su actitud apacible – eres muy joven, por lo que puedo notar debido a tus facciones… ¿Qué edad tienes…? Seguro estas en el rango entre 18 y 22 años… - volvió a hablarle con calma al hombre que ahora reconocía como “DongHo”, dejando el vaso ya vacío en la barra para que le sirviera más. Optó por recargar sus codos y brazos en la superficie, acercándose un poco hacia el joven barman con una sonrisa pequeña pero obviamente traviesa y en cierta forma, misteriosa y extraña – si es que no tienes 18 años en sí… En caso de que fuese así, me sorprendería un poco pero no me extrañaría en lo absoluto, “Shin DongHo”… -continuó observando los movimientos del muchacho, divirtiéndose, como siempre, a su muy extraña y retorcida manera.

Sus ojos se fijaron en los del contrario, un poco avergonzado puesto que se sentía incómodo por la mirada que el contrario le echaba. Asintió ante su pedido y tendió las manos para poder recuperar el shot que el anterior había estado sosteniendo para dirigirse hacia donde las botellas se encontraban. No obstante, el acercamiento del más alto le dejó un tanto atónito, ante lo que parpadeó y arqueó una ceja. De más estaba decir que incluso su pregunta le llamó la atención.

- De hecho -Respondió apenas oyó lo que le dijo, echándose hacia atrás y finalmente dirigiéndose para poder servirle lo que había pedido, llenando el vaso un poco más que la vez anterior, aunque para él era mejor si le pedía más cantidad de shots, ya que significaba más dinero y, por ende, más plata que llevarse al bolsillo él.- Tengo 18 años, sino no estaría trabajando en éste lugar. -Para él era evidente, pero probablemente para el contrario no. ¿Quizás le había visto cara de niño de 15 años? Aunque sus palabras le indicaban claramente que le veía más mayor.

- Toma, Reita. -Respondió deslizando con cuidado y sobre la tabla del manera aquel vaso, especialmente hecho para que las personas tomasen una cantidad de alcohol fuerte considerablemente baja. De esa manera le servía para medir y controlar cuánto bebían, y debía de ser poco. De hecho, en el lugar tenían un límite. Cuando veían que la persona no parecía decir cosas coherentes, la venta se detenía, incluso aunque lo que más les importaba el dinero. Todo se debía a una denuncia que había hecho un padre al encontrar a su hijo menor completamente bebido. Éste había conseguido colarse sin tener que presentar su identificación, y todo terminó con el lugar teniendo que pagar una fuerte e importante multa. Por eso, para evitar ese tipo de problemas, quienes terminaban en un estado de borrachera en la barra eran expulsados, a menos que deje de beber. No obstante el hombre frente a él parecía tener un control bastante fuerte sobre lo que se metía en la boca, pues su expresión no cambiaba de ninguna manera cuando el alcohol pasaba por su tráquea.

No estaba acostumbrado a llamar a la gente por apodos, pero siendo que el contrario le había proporcionado el mismo, eso le daba a pensar que al mayor no le molestaría, incluso aunque suponiera una manera bastante informal para dirigirse hacia alguien.

El nombre del menor resbalaba fácilmente de entre sus labios, fluían esas palabras por su boca con mucha facilidad. De hecho le gustaba como se escuchaba el nombre del otro al ser pronunciado por sí mismo. Se mantuvo entretenido con cada pequeño movimiento, sin dejar de sonreír de aquella manera extraña, misteriosa… el chico no lo sabía, posiblemente no el interesaba, pero llamaba su atención…
Aun cuando fuera 9 años menor. A ese punto no le interesaba demasiado. Aquello sería interesante e iba a divertirse de lo lindo. Si lograba acercarse más a ese chico para lograr su objetivo, su pequeña travesura…

– gracias, Dong-Ho…- solo ensanchaba su sonrisa, diciendo el nombre del chico frente a él como si lo cantara un poco, separado en esas dos sílabas, dándole un tono especial. Agarró el pequeño recipiente, sintiendo lo frío del vidrio, mirando como se reflejaban los pequeños rayos de luz que apenas y había en ese lugar. Pasó su lengua por sobre su labio superior de manera lenta, entreteniendo sus ojos unos momentos con la bebida la cual llevo lentamente hacia su boca, guardando silencio unos momentos más. No sabía que hacer de momento, si invitar al pequeño a algo después de su turno o…

Inhalo y exhalo largamente, bebiendo de un solo trago aquel liquido tan delicioso, embriagando de nuevo de manera momentánea sus sentidos, calentando desde el interior su garganta, su pecho, su boca... – Gracias por el trago, en serio gracias. Esto me ha caído realmente bien… y dime, DongHo… ¿qué hace un chico tan joven trabajando en un lugar como éste, eh?... - dejo otra vez el recipiente de frío material ahora cálido ante su tacto, sobre la barra, acercándolo con cuidado y ayuda de la punta de sus dedos hacia el menor, como indicándole que le sirviera más – no es común ver alguien tan joven trabajando de barman ni hacerlo tan bien - le sonrió de lado, una mueca coqueta y ladina como solía hacerlo en ocasiones sumamente especiales – Y al menos eres un barman que me gusta… - no dio más explicaciones, dejando al menor interpretarlo como deseara.

"El.. ¿está coqueteando conmigo?", se preguntó mientras observaba los majestuosos y un tanto sensuales movimientos que el contrario llevaba a cabo, sin perder ni un mínimo detalle de sus actos. Desde la manera en la que bebía hasta la forma en la que sus dedos se cernían sobre el vidrio, todo le llamaba la atención, y francamente el japonés resaltaba en un lugar como tal. No a causa de su procedencia, sino porque simplemente parecía ser demasiado superior para estar allí. Pero no era el término que buscaba. Era como si se hubiese escapado de la realeza, y lo pensaría si no fuese por ese extraño pañuelo que le cubría la nariz. Relamió sus carnosos labios ante el pensamiento que le había asaltado, pues no estaba seguro si realmente el contrario era así o tenía alguna intención aparte. Además, las preguntas que le hacía le daban a pensar otra cosa.

- De nada.. -Observó desde la manera en la que el líquido pasaba a su boca hasta la manera en la que su lengua saboreaba el frasco, causando que inconscientemente un pequeño color rojizo adornara sus mejillas. No obstante, su expresión continuó inmutable, pues su expresión era casi nula, salvo una expresión de ligera confusión que podía notarse si se era lo suficientemente observador. De más estaba decir que nunca se había interesado por nadie, ni físicamente ni en ningún otro sentido, pero el contrario desde que había ingresado había captado su mirada, no pudiendo evitarlo con una bandana como esa en la nariz.

Guardó silencio mientras dejaba la botella de whisky a un lado, pues era consciente de que probablemente el otro le pediría más. - De nada.. es mi trabajo después de todo -Pronunció intentando mantener la seriedad del asunto, aunque no podía disimular el sonrojo cada vez más inmenso que se presentaba en sus mejillas y orejas.- Trabajo aquí para poder costear mis estudios -Dijo tranquilamente, limpiando la barra aunque realmente estaba impecable, su trabajo era perfeco, puesto que ya que era sencillo, al menos quería llevarlo de la mejor manera posible. No obstante sus palabras causaron que tuviera que bajar la mirada, sintiéndose más que superado por las cosas que decía. Le había pasado con mujeres, pero que un hombre pronunciara tales palabras le resultaba extraño.

Paso su dedo índice por sobre la orilla del pequeño vaso, con sus ojos color almendra, tranquilos pese a todo, recorriendo junto con la yema de su índice el pequeño recipiente. Levanto la mirada, topándose con el rostro neutro y casi frío del lindo barman, notando un cambio en los pómulos del muchacho, algo que parecía más como un sonrojo y que le agradaba bastante, pues lo hacía verse más tierno, más lindo; incluso podía decir que su aspecto era más joven, le quitaba años.

– gracias de nuevo… Dong-Ho~…- una sonrisa juguetona apareció en sus labios al decir de nuevo en un tono largo y casi cantado el nombre del pelinegro, agarrando su bebida, elevándola un poco, como si estuviese brindando con el joven frente a él – Salud…- el licor paso por su boca, su lengua y su garganta fluidamente y con facilidad. Amaba aquel sabor y sensación que le dejaba el whiskey al consumirlo – Ah… me encanta el licor… es maravilloso para degustarlo y pasar un momento de relajación - puso atención a lo que el barman le decía, viéndolo fijamente a los ojos, perdiéndose unos segundos en esas iris sin perder su propia calma, esperando a que de nuevo le fuera servido su trago, al menos el que seguía.

– Ya veo… si estas hacienda esto por algo tan importante como tus estudios, vale la pena dejarte una buena propina aun que sea, ya que aparte de servirme mis tragos, hablas conmigo y me mantienes interesado en seguir aquí, consumiendo, aun que sea para poder verte - le gustaba ese sonrojo y quería más, quería verlo mucho más. Otra de sus sonrisas coquetas se hizo presente y se la regalo únicamente al muchacho. Agarró el diminuto vaso por la base y lo sostuvo con las puntas de sus dedos, mostrándoselo a Dong-Ho, guiñándole un ojo con suavidad – ¿Me sirves más?…- preguntó con calma, esperando por más sin dejar de observar al lindo chico.

No pudo pasar por alto la manera en la que el hombre había pronunciado su nombre, antojándosele quizás un poco seductora... ¿Estaba intentando seducirle? No, claro que no. Le costó prestar atención a sus palabras, pero luego de unos parpadeos y prácticamente despertar del pequeño ensueño que le había envuelto, además impulsado por la palabra del contrario, tomó el vaso ajeno para volver a llenarlo. Se dio la vuelta y, mientras observaba el líquido caer cuidadosamente de la botella al shot, pudo notar como la melodía del lugar cambiaba abruptamente, como si la energía del lugar se hubiese vuelto más juguetona... y de hecho, la melodía que comenzó a sonar definitivamente ayudaba a un ambito de ese tipo.

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Frunció el ceño y desvió la mirada hacia el pequeño salón que había en el lugar. Básicamente había zonas y habitaciones para aquellos que quisieran algún tipo de servicio, algo oscuro y quizás ilegal pero que a nadie le importaba. No era secreto que allí se podía tener sexo libremente y que incluso había gente que ofrecía el servicio, pero por alguna extraña razón la policía no se molestaba en ir y cerrar el lugar. Mejor para Dongho, pues sino no tendría de donde sacar el dinero.

- Maldita canción.. -Pensó mientras tendía nuevamente el shot hasta el contrario, esta vez dejándolo con un poco más de fuerza, tanto que inevitablemente un poco se derramó y cayó sobre su mano. Un escalofrío le recorrió al sentir el líquido caer contra su piel y de inmediato se irguió, acompañado de una mueca de incomodidad- Tsk, lo siento, ahora lo limpiaré. -Susurró.

Volteó a ver si había algo para poder limpiar la mesa y parte de su mano que estaba sucia de alcohol, pero no encontró mucho que digamos. Probablemente el joven que se encargaba de secar había decidido dar una vuelta por ahí, una mala costumbre que al parecer aún no se le había borrado.

- Qué asco.. mi mano está toda pegoteada... -Susurró agitándola un poco, como si aquello limpiase el liquido que se deslizaba por sus dedos.

Cada gesto de aquel joven barman lo mantenía al pendiente pese a que no era una persona demasiado visual en realidad. De igual manera disfrutaba de tener cerca a aquel muchacho, especialmente por que poseía un aroma sumamente grato. Cerró los ojos, escuchando la canción que estaba en ese momento y subía su temperatura corporal al hacerlo pensar en cosas por demás obscenas junto al chiquillo que lo estaba atendiendo.
Relamió sus labios levemente luego de beber el licor, con su entrepierna queriendo reaccionar, controlándose la hacer uso de todo su autocontrol para no brincar la barra, echarse encima del menor y… Escuchó las quejas por parte del otro, reaccionando y saliendo de esa pequeña fantasía que comenzaba a crear en su cabeza.

Fue como si incluso lo invitará, como si estuviese ofreciéndose a sí mismo para dar paso a eso que deseaba desde que le puso los ojos encima... DongHo estaba volviéndose en una idea obsesiva en su cabeza, algo sumamente peligroso en una mente como la suya. No iba a esperar una hora más a seducir a ese chiquillo. Lo quería ahora mismo.

Agarró con cuidado la muñeca del pequeño barman, acercando la mano hacia sus labios que se pegaron contra la suave piel, como succionando el licor, dando un pequeño beso en cada sensible y suave yema de los dedos, posando su mirada en aquellos ojos profundos y oscuros, manteniendo aquel agarre, sin querer soltar esa mano ni dejar ir a aquel chiquillo, dando paso a atraerlo despacio y él irse acercando de la misma manera, teniendo cuidado de no espantarlo, entrecerrando los ojos al estar tan cerca.

Observó completamente atónito las acciones que el mayor llevaba a cabo en sus dedos. Los sentía pegajosos a causa del alcohol, por eso cuando notó que comenzaba a lamerlos se quedó completamente quieto, apenas moviendo sus dígitos en un intento de separarlos de su boca.. pero se le hacía tan endemoniadamente sensual que no podía evitar quedársele mirando, encontrando la imagen atractiva y un poco excitante. Sin que quisiera, y probablemente al tratarse todavía de un adolescente en etapas un tanto hormonales, sintió que su entrepierna empezaba a reaccionar con esa simple acción. Se relamió los labios inconscientemente, sin dejar de mirarle ni perderse cada una de sus expresiones.

Cuando sintió que finalmente liberaba su mano, no pudo evitar mirarle directamente a los ojos, notando que los propios brillaban y, quizás, estaba haciendo algo un tanto peligroso. No le dirían nada si le veían así, pues por lo general el pago aumentaba si algún trabajador se acostaba con alguien de la clientela. Eso despertaba el interés en la persona que iba y tenía como consecuencia que visitara más el bar. Por eso, no era ningún problema que estuvieran a punto de besarse prácticamente.

- Pero.. ¿cuántos años tendrá?.. -Se preguntó mientras su rostro se encendía por completo, cayendo un poco en la realidad de la situación e intentando negarse un poco a la cercanía, mas su autocontrol flanqueaba al tener un rostro tan atractivo como el del mayor cerca suyo. Además, ese contacto entre ambos pares de ojos era hipnotizante, no podía reaccionar...

Una extraña ansiedad se hizo presente en su boca, causando un cosquilleo que se expandió hasta su estomago en una graciosa sensación que llevo sus labios a levantarse en una pequeña y casi imperceptible sonrisa. El perfume del más joven se hizo presente una vez que la distancia entre los dos era tan corta, su aliento le acaricio la boca y aumento el deseo por besarlo, por presionar sus labios unos contra otros.

Finalmente lo tuvo y era cálido. Los labios eran tibios y tersos al contacto, pero el pequeño calor que emanaba al comenzar a besarlo en una rítmica y lenta danza creada por sus bocas, era de ensueño. Apoyo su mano libre en la barra, manteniéndose pegado a ese chiquillo que estaba provocándole deseos tan insanos y poco comunes en el cuerpo, buscando meterse y saborearlo, jugar con su lengua y poder llevarlo a un lugar donde sus manos ya no pararían por estar en público. Abrupto y cínico como él mismo, se metió de manera fluida y exploró la húmeda cavidad, jugando un poco antes de retirarse lentamente con una sonrisa por demás ladina y provocativa, volviendo a sentarse pero sin soltar la mano del joven frente a él.

–¿Existirá un momento y, específicamente, un lugar donde pueda continuar con esto? –clavó sus ojos cafés, cuales almendras, sobre los de DongHo, tratando de hacerlo ver, hacerlo entender que no iba a conformarse con un beso, que el deseo y la pasión le quemaban por dentro y quería tenerlo más cerca… que necesitaba ponerle las manso sobre el cuerpo, sin barreras como la ropa – de preferencia… hoy... y ahora. -

Una de sus manos se apoyó en uno de los hombros del contrario cuando ambas bocas comenzaron a rozarse. El sabor de la boca del mayor era agradable, su propio sabor mezclado también con el del alcohol, y aunque a Dongho no le gustaba para nada ese tipo de bebidas, la combinación con el interior de la boca de su compañero era realmente agradable. Siguió el beso con pequeños y torpes movimientos, pues no era mentira decir que no había tenido tactos como aquel con otra persona. Sus labios eran mullidos y suaves, y pronto las ansias de morder su labio inferior se presentaron; no se negó y lo hizo, después de todo al estarle besando así permitía que hiciera cunato quisiera con sus labios. Separó un poco más los mismos y frotó su lengua contra la de él, sintiendo que la sangre se le acumulaba en el rostro hasta hacer que se sonrojara.

Finalmente el beso terminó y la sensación de calor no se apartó en ningún momento de su cuerpo, al contrario: cuando finalizó el beso sintió más intensamente esa sensación recorrer su anatomía, todo porque había estado demasiado ocupado para reparar en ella. Y a su pregunta... respondió. Respondió casi de manera directa, y no supo por qué lo hizo. Inconscientemente quizás, sí quería enredarse con ese hombre.

- Hay algunas habitaciones allí atrás.. -Susurró mirándole con vergüenza, esquivando de a momentos su mirada ya que sentía que reflejaba la excitación que en esos momentos tenía. ¿Por qué estaba tan excitado? Solo había sido un beso, aunque podía ser porque el hombre frente a él le sugería en todo momento sensualidad y atractivo.

No podría más, no si seguía teniéndolo en frente… aquel lindo chino botaba su cordura hacia le otro extremo de la tierra junto con su autocontrol o cualquier limitante que le prohibiera agarrarlo, bajarle los pantalones e insertarse en él sobre aquella barra semi higiénica. Relamió sus labios despacio, como si quisiera recobrar el sabor dejado por aquel beso o se preparara para el siguiente.

Lentamente se puso de pie, sin despegar su mirada de ese chiquillo que encendía su ser hasta lo más profundo. Era como tener un incendio adentro que no iba a calmarse… pero también temía que el menor en vez de ser agua, fuera una brisa cálida que elevara las llamas de ese fuego. Mordió levemente su labio inferior, pasando el dorso de sus dedos por una de las mejillas que yacían rosas y cálidas – vamos entonces… que no quiero esperar un minuto más esta noche… no pienso hacerlo…. – camino hacia donde le había sido indicado, esperando a que el chico lo guiara, pues no conocía el lugar del todo.
Agarró la mano de DongHo, susurrando su nombre con voz ronca y algo grave, muestra del deseo que luchaba por contener, llamándolo quedamente varias veces- Dong Ho… Dong Ho, llévame… guíame… - le decía como una especie de seductor y fluido mandato, viéndolo a los ojos.

Por un largo momento se sintió mareado, más cuando las palabras ajenas llegaron a sus oídos. Esa manera en la que le llamaba, la forma en la que pronunciaba su nombre.. esa manera de decir cada palabra que lo conformaba hacía que su autocontrol desapareciera poco a poco. ¿Por qué tenía que ser tan sensual? Era como si todo su ser le sedujera a cada mínimo segundo, incluso la manera en la que respiraba se le antojaba libidinosa y despertaba sus bajos instintos.

Ladeó la mirada y le esquivó el rostro cuando notó que acariciaba sus mejillas, pues ante esas caricias sus cachetes terminaban por encenderse de rojo intenso. Comenzó a caminar detrás de él y luego le adelantó para poder dirigirse donde estaban las habitaciones, más exactamente frente a la pista de baile y un poco más lejos. Estaban ubicadas allí para que el ruido no molestase a los amantes que querían desperdiciar su tiempo allí, pero a la vez los sonidos no se escuchaban en el exterior. De esa manera, era más sencillo que pasaran más tiempo y, por ende, luego consumieran más bebida o comida.

- Es aquí... -Susurró buscando una llave de su bolsillo, la llave maestra que cada persona que trabajaba allí tenía por si algún problema se presentaba. Abrió la puerta y, luego de esperar a que el contrario pasaba, se adentró también, cerrando detrás de él y colocándole llave, quedando así de espaldas al mayor.

Siguió en silencio al chico, aun con la sensación de esas mejillas contra sus dedos... calientes, suaves… reaccionando ante su roce… Cuando paso junto a él, tuvo ganas de jalarlo para volver a besarlo… pero eso retrasaría el proceso, el camino hacia el ansiado cuarto donde al fin ese chico estaría a su disposición…

Las manos le cosquilleaban, todo su cuerpo era recorrido pro un hormigueo así como por pequeños espasmos de excitación que se concentraban en su entrepierna. Sus ojos tuvieron un momentáneo brillo de completa lujuria cuando logro divisar el cuarto y el trasero del otro chico frente a sí. Sonrió ampliamente a medida que la puerta se abría y se adentraba, comenzando a desabrochar su chaleco, tirándolo a un lado a la vez que avanzaba contra ese niño que sin siquiera pensarlo, había dejado el campo libre.

Presionó su cuerpo contra el de Dong Ho, aprisionándolo entre él y la puerta, haciendo hincapié en restregar su entrepierna con suaves movimientos. Sus dedos recorrieron la cintura por arriba de la camiseta, durando poco en meterse por la orilla de ésta y subir tocando el abdomen, ascendiendo rápidamente hasta el pecho – eleva los brazos – ordenó más que pedir, retirando la molesta prenda, comenzando a acariciar el pecho, dedicando sus labios a recorrer el cuello entre besos y pequeñas mordidas.

Por unos momentos pensó que quizás se encontraba dormido con la cabeza y los brazos apoyados sobre la barra.. pero luego notó que, evidentemente, no estaba durmiendo, sino que era real el hecho de estar siendo acariciado en esos momentos; incluso la sensación de estar apretándose contra la puerta era sumamente real, y fue lo que basto para convencerle de que estaba despierto. Pudo sentir a la perfección la mano ajena, cálida e increiblemente suave, adentrarse bajo su camiseta, aquella que debia vestir de manera obligada pues era el uniforme del lugar. Como le habia ordenado, levantó sus brazos y permitió que asi la dejara de lado y descubriera parte de su cuerpo, liberando pequeños y cortados suspiros.

La sensación era agradable pero se sentía un poco incómodo contra la puerta, más cuando inconscientemente se echó hacia atrás y, sin realmente intención alguna de hacerlo, su trasero rozó perfectamente la entrepierna del contrario, sintiendo entonces una pequeña presión y dureza allí. ¿Era su impresión o el contrario también estaba erecto? Ese simple pensamiento hizo que las mejillas se le encendieran y su ceño se frunciera. ¿Por qué dejaba que le hiciera eso? Quizás porque se le hacía realmente incitante y excitante. Un apagado "mmh" fue todo lo que salió de sus labios, obligándose a llevarse la diestra allí para impedir soltar algun otro sonido. ¿Qué debería hacer en esos momentos? ¿Quitarle la ropa? ¿Cómo debería tratarle? Nunca se había acustado con un hombre, solamente una vez con una chica que habia sido hacia unos años su pareja, y realmente lo lamentaba. Movió un poco más su cadera de forma tal que de nueva cuenta sus gluteos rozaran el falo ajeno, que parecía apretujarse entre los pantalones que el mayor vestía.

- ¿Duele hyung...? -Preguntó con voz ronca, aunque más que nada parecía estar incitándole, pues era evidente la respuesta a esa pregunta.

Observaba desde atrás al chiquillo de cabellos oscuros con una calma que no sentía en realidad por dentro. Su corazón estaba acelerándose cada vez más al igual que el ritmo de su respiración, por lo que jadeaba de manera queda pero suave, aun no llegando a ese punto máximo donde la conciencia era nublada y solo dominaba el impulso y la lujuria sobre los sentidos y las acciones. No recordaba haber estado con un hombre que le provocara semejantes sensaciones.
Ya muchos habían pasado por su cama, a tantos que había tocado y ninguno le provocaba querer devorarlo como ese jovencito le incitaba a hacerlo. Entrecerró los ojos, echando un poco para atrás la cabeza al tenerlo frotándose contra él, causando que su pene erecto y sensible reaccionara a cada movimiento. Tal vez era esa mezcla de maldad y travesura virginal era lo que lo estaba enloqueciendo desde el principio… también la extraña seriedad, ese carácter que parecía indomable y de igual manera estaba cediendo a los caprichos de su cuerpo.

Ah, DongHo –dijo con voz ronca, completamente excitado, pasando las yemas de sus dedos por el abdomen firme del menor, subiendo hasta el pecho donde estrujo suavemente las tetillas, jalándolas un poco, jugueteando con los suaves pezones mientras movía su pelvis contra aquellos glúteos, dejando que la placentera sensación de placer recorriera su cuerpo como suaves olas, causando pequeños espasmos por todo su cuerpo.
Relamió sus labios, bajando una de sus manos por todo el torso, acariciándolo, sintiéndolo con toda su palma y sus dedos que terminaron por posarse sobre la entrepierna ajena, presionándose un poco contra ésta, subiendo y bajando despacio al principio, escuchándose como el cierre bajaba y el botón del pantalón cedía para dejar expuesta la ropa interior.